Optimismo para cobardes – Jornada de Empleo y Marca Personal

El pasado 27 de julio de 2017, Ideas Poderosas participó, de la mano de Manuel Calvillo, en la Jornada de Empleo y Marca Personal organizada por la II Lanzadera de Empleo de Andújar; un programa de mejora de la empleabilidad impulsado por la Fundación Santa María la Real.

En esta ocasión, Manuel Calvillo compartió una excelente charla bajo el título «Optimismo para Cobardes. Instrucciones de uso para buscadores de empleo».

Optimismo para cobardes from Manuel Calvillo Mazarro

Una jornada en la que compartió escenario con Jaime Toribio (social media manager y CEO en TBO Consulting), Alejandra McKelligan (formadora, consultora y facilitadora del cambio en las organizaciones) y Alfonso Alcántara – Yoriento (Orientador y motivador de profesionales y directivos y conferenciante en empresas). Toda la jornada estuvo dinamizada por la facilitación gráfica de Joaquín Carrascosa (facilitador de eventos y consultor de marca y estrategia de la empresa Gudmornin Comunicación sin reglas).

La Jornada se desarrollo con una amplia asistencia de público y un ambiente muy participativo en el que las personas participantes pudieron conocer, de la mano de grandes profesionales y excelentes comunicadores, algunas estrategias para mejorar su marca personal e incrementar sus competencias profesionales.

La sofisticación del disparate.

Esta mañana escuchaba en la radio hablar sobre los prometedores avances de la neurociencia para distinguir distintas enfermedades mentales atendiendo a diferencias en las estructura y funcionamiento del cerebro. En este caso se hablaba de psicópatas, de esquizofrenia y depresión, sin embargo esta misma búsqueda de la “Piedra Roseta” que nos permita explicar de manera simple y mecánica la jeroglífica complejidad del comportamiento humano se hace también para explicar las diferencias entre hombres-mujeres, blancos-negros, homosexuales-heterosexuales, optimistas-pesimistas, demócratas-republicanos,…

A pesar de lo espectacular y moderno -casi de ciencia ficción- que resulta el lenguaje y los relatos de los periodistas que preguntan y de la mayoría de profesionales (psicólogos, psiquiatras, neurocientíficos, expertos en educación,…) que son entrevistados, casi siempre me suenan a demasiado antiguo, a explicaciones en exceso simples, mecánicas e infantiles, vino viejo en odres nuevos. No son recientes los intentos de encontrar las respuestas en el análisis de los rostros o de la forma y el perímetro craneal para distinguir a las personas violentas, pruebas éstas que podían ser decisivas para declarar como culpable o inocente a los sospechosos de algún delito.

Ya en el S.XIX desde diciplinas como la craneología, la frenología, la fisiognomía o la criminología antropológica se afirmaba la posibilidad de identificar científicamente vínculos entre la naturaleza de un crimen y la personalidad o la apariencia física del criminal. También ha sido recurrente en la historia el intento de relacionar variables como racismo o coeficiente intelectual con el adn o el tamaño o la estructura del cerebro. Ni qué decir tiene que la rotundidad con la que se hacían algunas de estas afirmaciones quedaron en poco más que nada, y que en algunas ocasiones respondían más a la ideología del momento o del estudioso de turno que a su honestidad científica o intelectual.

Estudios y explicaciones en apariencia más asepticos, objetivos y con toda la apariencia científica que aporta el lenguaje de lo cerebral y sus neuromitos, siguen divulgándose día a día en redes sociales y medios de información, desde los más serios y reputados a los más frikis y fantasiosos; extendiéndose así una explicación mecanicista y cerebrocéntrica -erronea en su mayoría, incompleta en el mejor de los casos- del comportamiento humano. Explicación ésta que impregna la manera entender y de trabajar de muchos profesionales de ámbitos tan importantes como la psicología, la psiquiatría, la educación, o los recursos humanos.

Todos estos nuevos estudios se han visto posibilitados y han tomado un gran impulso por el enorme avance en la tecnología que permite estudiar el cerebro con máquinas maravillosas y sin duda útiles, con software inteligente y algoritmos muy sofisticados. Sin embargo, sin una revisión profunda de nuestra manera de entender el comportamiento humano, sin un planteamiento previo desde la filosofía y la epistemología del comportamiento (también del comportamiento de los científicos) que nos permita hacer las preguntas correctas, el avance real que toda esta tecnología permitirá será inevitablemente más lento. Creo que, en más ocasiones de las deseables, esta gran sofistificación tecnológica está aportando “disparates” más sofisticados para dar respuesta a preguntas erróneas que nos dejarán en el mismo lugar de siempre.

 

Nota: La imagen superior es del cuadro: “Extracción de la piedra de la locura“, El Bosco, 1501-1505.

Habilidades para la comunicación, motivación y cohesión de equipos de trabajo interdisciplinares

De nuevo de la mano de FEMAREC estuvimos impartiendo el curso «Habilidades para la comunicación, motivación y cohesión de equipos de trabajo interdisciplinares» para las trabajadoras -auxiliares de ayuda a domicilio en su mayoría- de la empresa GEISS-96. Para ello nos desplazamos a Priego de Córdoba entre los días 26 y 30 de junio.

Pleonasmo o impostura.

Ya sé que no tiene mayor importancia, que no es más que una manera de contar las cosas, nuestra manera de utilizar el lenguaje cotidiano. No obstante conviene estar alertar del lenguaje, porque ya se sabe que a veces las palabras las carga el diablo y en muchas ocasiones dicen más nuestras palabras por lo que no dicen que por lo que pretenden describir. De esta manera la frase “El falso vidente que abusó de dos “pacientes” irá a prisión” pareciera implicar que existen videntes verdaderos, personas que realmente y de manera cierta tienen la facultad de adivinar el futuro.

¿Nos referimos a la misma categoría de cosas cuando hablamos de falsos médicos, falsos policías o falsos psicólogos que cuando se habla de falsos videntes? El lenguaje permite estas cosas y a veces ayuda a crear una realidad más o menos sana, más o menos justa o más o menos supersticiosa. Tal vez los efectos del lenguaje no son tan ingenuos como se pudiera pensar y los medios de comunicación deberían cuidar un poquito más estas cosas.

Más allá de la impostura que crea tan inocente titular, más allá de que se utilice en el artículo el término “paciente” –propio del campo verbal de la salud- en el mismo contexto lingüístico de la práctica de la videncia y la cartomancia, más allá de que el adjetivo de “falso” (vidente) le pueda restar protagonismo al grave comportamiento delictivo en sí (el abuso de dos mujeres); mientras lo leía, preferí imaginar que el articulista no hacia otra cosa sino jugar con las palabras en el titular para crear un sutil pleonasmo.