Recursos humanos: miradas puntillistas

Vayan por delante dos aclaraciones y un reconocimiento: para comenzar he de precisar que no soy conocedor, ni he estudiado con interés o atención el mundo de la empresa; en segundo lugar debo reconocer que siempre he sido un defensor de lo público, aunque no de sus sistemas de reclutamiento, selección y gestión de sus trabajadores, al menos en lo que se refiere al sistema educativo que es el que conozco más de cerca. Ha de considerarse por tanto esta entrada al blog más como una opinión y reflexión personal que como un análisis objetivo de alguien con criterio o amplios conocimientos sobre el tema. Permítanme por tanto esta pequeña “osadía” en forma de post.
El reconocimiento tiene que ver con la trayectoria y curriculum profesional y académico del Doctor Xavier Sala-i-MartínF, autor del vídeo que ha inspirado estas ideas que aquí comparto con la boca pequeña y en voz baja. Pretenden ser éstos tan sólo simples comentarios a raíz de un vídeo breve y aislado, y que en absoluto se aspira con ellos a poner en duda la calidad, validez, profundidad y extenso trabajo del profesor Martín.

Dicho esto, veamos el vídeo y a renglón seguido se continúa en los siguientes párrafos con algunas, tal vez, arriesgadas críticas sobre lo que en él se comenta, estando por mi parte tan dispuesto a escribirlas como a aprender de mis posibles concepciones erróneas, a reconocer sus debilidades y a rectificarlas.

“Los peces son los últimos en darse cuenta del agua”. No creo que en el sector privado sólo se despida a las trabajadoras (a partir de ahora para referirme a ambos sexos por personas trabajadoras) que no funcionan, también a las que durante años han demostrado altos niveles de productividad, profesionales con un gran conocimiento y sabiduría práctica, auténticos criadores de esas “corazonadas a paso lento” tan poco rentables de forma inmediata, como necesarias para la innovación, la sostenibilidad y la rentabilidad a medio-largo plazo de una empresa. Se trata de trabajadores que pueden resultar en momentos de crisis demasiado caros para algunas empresas en exceso miopes y demasiado presas de la inmediatez, y que prefieren despedir a estos profesionales sin más o para ser sustituidos por otros más ¿productivos?, más ¿rentables? y más ¿baratos?

El conocimiento está en las preguntas. Desde mi punto de vista la pregunta de partida que se plantea en el vídeo no es nada ingenua y en absoluto la mejor para obtener nuevas respuestas o posibles innovadoras soluciones. Tal y como está formulada, pareciera que el peso y la responsabilidad de la productividad y rentabilidad de una empresa (pública o privada) recayera principal o exclusivamente sobre sus trabajadoras. De ser esto así pudiera pensarse que en el vídeo se insinúa de manera tramposamente aséptica, académica y objetiva, que la única o principal solución ante los problemas de productividad en las empresas públicas y privadas es el despido de los que no muestran los adecuados niveles de productividad, y esto sin analizar el modelo de trabajo y todas las variables que intervienen en el éxito de una empresa, de su rentabilidad, de su sostenibilidad, etc. , sin analizar su gestión al fin y al cabo.
Creo que serían mucho más inspiradoras y con mayor poder a la hora de aportar matices y soluciones otras maneras de formular la pregunta, aquellas que nos invitaran a analizar qué sistemas de organización, qué valores, modelos empresariales, cultura organizacional, estilos de liderazgo, sistemas de incentivos, etc. en combinación con qué tipo de competencias profesionales, habilidades blandas, características y valores personales de las personas trabajadoras hacen más probable que éstas sean más felices y más productivas.

De nuevo el contexto. Me sorprenden estos análisis y valoraciones de comportamientos complejos realizados de forma totalmente descontextualizada. Bajo mi punto de vista, esta ocultación del marco que a todos nos envuelve lleva a análisis faltos de perspectiva, demasiados simplistas, poco innovadores y a veces podría pensarse que interesados. Análisis en los que resulta fácil encontrar culpables y cambiar algunas cosas para, en el fondo, dejar todo como estaba. Al igual que se pierde el concepto, la belleza y la comprensión de un cuadro puntillista como “La Parade de Cirque” (de Seurat) si se mira sólo desde unos centímetros de distancia, de manera que no se podría apreciar más que toscas manchas de color, no creo que se pueda entender el rendimiento ni la productividad de cualquier persona (trabajadores, emprendedores, estudiantes, etc.) atendiendo de manera aislada a su comportamiento y a sus resultados, sin observar ni entender el cuadro en su conjunto: el marco laboral en el que se desenvuelven, sin tener en cuenta el contexto organizacional en el que trabajan, los valores de la empresa, sus sistemas de selección, sus sistemas de producción, de incentivos materiales y emocionales,….
No quiero decir con esto que las personas no sean responsables de sus actuaciones o que ese contexto justifique sus buenas o malas ejecuciones, su mejor o peor productividad; me refiero a que, bajo mi punto de vista, se necesita un análisis menos mecanicista, más orgánico y radical (por lo de ir a la raíz de las cosas) para exigir, para comprender, para avanzar, para innovar y en definitiva para conseguir que nuestros proyectos sean productivos, rentables y sostenibles a la vez que éticos y responsables socialmente.

Y tú, ¿qué opinas de todo esto?

Escuchando la diversidad

En Ideas Poderosas pensamos que la diversidad humana en general y, en concreto lo que quiera que sea la discapacidad, puede ser uno de los mayores motores de igualdad, de innovación, de avance social, humano, y urbano. Y creemos en esto no como una metáfora sino en su sentido más literal. Basta con observar cómo la accesibilidad y los principios del diseño universal han cambiado los electrodomésticos, la tecnología, nuestras ciudades, … en definitiva nuestras vidas. Basta con observar(se) con dejar(se) sentir las propias experiencias y emociones en escenarios y ciudades con altos niveles de accesibilidad en comparación con aquellas otras en las que la accesibilidad sólo es utilizada por los gestores y políticos como una excusa para ocupar titulares.

Para que esto sea posible lo diverso tiene que tener su propia voz, pero las personas con discapacidad tradicionalmente han hablado, y lo siguen haciendo en gran medida, con palabras prestadas. Así es, tanto a lo largo de la historia como hoy en día son instituciones médicas, académicas y políticas y sus profesionales los que, escuchando más a la biología y a la economía de la inmediatez que a las personas, regulan el modo oficial de visión y división de esta realidad y el manejo de la misma. De esta manera, definiendo, clasificando, valorando, crean un lenguaje que después es asumido por la mayoría (personas con y sin discapacidad) como una fiel descripción de la realidad más que como una manera de entenderla – por otra parte nada ingenua y con una gran carga ideológica-, una re-creación de lo que es la diversidad o la discapacidad a imagen y semejanza de sus visiones e ideas tan normalizadas como poco diversas. La inevitable consecuencia de este proceso es una suerte de profecía autocumplida que nos atrapa en una (tiranía) de la normalidad, simpática para la mayoría asustadiza de lo diferente, pero engañosa para todos.

La discapacidad no es un fenómeno médico, ni tecnológico, ni político, sino una experiencia humana que debe ser entendida individualmente. Y ahí es donde radica una de sus mayores posibilidades como fuente de innovación social, de cambio, de necesaria re-evolución. La investigación, las políticas y asuntos en general relacionados con la diversidad funcional son demasiado importantes para dejarlas exclusivamente en manos de las investigadoras, académicos, las expertas o los políticos de turno, desde una perspectiva engañosamente objetiva y alejada de la vida cotidiana de las personas con discapacidad.

En ideas poderosas pensamos que aún hoy en día a las personas con discapacidad se les despoja en gran parte de su voz y de sus derechos como ciudadanos, lo que no ayuda a generar contextos que faciliten su visibilidad, su libertad, que sean dueños de sus propias vidas, de sus propias palabras. Necesitamos que las personas con discapacidad y sus aliados hablen su propio lenguaje, cuenten sus propias historias y se dejen ver tal y como quieran ser.

Sirvan estas reflexiones para introducir las siguientes reivindicaciones extraídas del documento de FEAPS (Confederación Española de Organizaciones en favor de las Personas con Discapacidad Intelectual) que las ha motivado: “Manifiesto por la plena ciudadanía de las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo”.

  • Queremos un trato de igual a igual, de adulto, de ciudadano. Para esto, necesitamos el apoyo de los gobiernos y los medios de comunicación. Necesitamos que los medios den a la sociedad una imagen positiva e inclusiva de nosotros.
  • Pedimos a jueces, abogados, médicos y fiscales que nos conozcan y que se informen. Tienen que conocernos bien antes de firmar nuestras sentencias de incapacitación. ¡Somos capaces de hacer muchas cosas y tomar decisiones!
  • Necesitamos ciudades y pueblos accesibles para poder participar, entender la información, pasear por las calles y entrar en los sitios públicos. Pregúntanos cómo hacerlo. Queremos colaborar con vosotros para conseguirlo entre todos.
  • Día a día nos formamos para trabajar. Exigimos que las empresas y administraciones cumplan con la ley, y reserven empleo para las personas con discapacidad.
  • Exigimos a los responsables de asociaciones vecinales, culturales, deportivas y de ocio que cumplan las normas de acceso a sus instalaciones. Igual que nosotros cumplimos con todas las normas que nos exige la sociedad.

Tomemos buena nota de estas reivindicaciones, tenemos mucho que ganar.