Comunicación: La estrategia del biquini (el arte de sugerir)

La comunicación es intercambio y en el intercambio se pueden producir encuentros, aunque también desencuentros; afinidades, aunque también contrastes; acuerdos, aunque también desacuerdos.

Expresarse bien es entregar adecuadamente lo que queremos compartir y se convierte en un arte: el arte de comunicar. Hacerse entender y que la otra persona esté dispuesta a escucharnos, además de escuchar y estar dispuesto a entenderla, es una actitud muy poderosa que nos ayuda a mejorar nuestra influencia, nuestro carisma y nuestra reputación.

Para mí, el arte de comunicar es el arte de sugerir, de evocar imágenes, de traer a la mente de quien tengo enfrente recuerdos, ideas, experiencias.

Hoy leyendo un post de un blog que nada tiene que ver con lo que estoy escribiendo, ha aparecido ante mí una imagen muy sugerente en forma de metáfora, el autor del blog terminaba escribiendo “No olvidar el efecto biquini: menos es más”. “Menos es más” fue el lema del arquitecto y diseñador industrial Ludwig Mies van der Rohe, que con su trabajo ha influido notablemente en la arquitectura contemporánea y, cómo no, en muchas personas dedicadas al arte, al diseño, a la publicidad y también a la comunicación. Aunque yo me quedo, de esa frase, con la metáfora del biquini, que ha evocado en mi una serie de imágenes que relacionadas con la comunicación me han hecho visualizar de manera muy clara algunos aspectos clave de la forma en que interaccionamos con los demás.

El biquini es una prenda de baño femenina compuesta por un sujetador y una braguita ceñida que proporciona a quien la viste frescor, comodidad, mayor contacto del cuerpo con el agua y mayor extensión en el bronceado de la piel. También puede convertirse en una prenda de vestir para la seducción.

Una comunicación eficaz podría esquematizarse como una línea en la que en un extremo estaría lo evidente y en el extremo opuesto lo poco estimulante, siendo la parte central de esa línea lo sugerente. Lo evidente aburre porque no aporta nada nuevo, lo poco estimulante también aburre porque no emociona, lo sugerente activa, despierta el interés y demanda más información; emociona y activa la curiosidad.

Siguiendo con la metáfora del biquini, a más biquini, menos cuerpo; resultado: el biquini deja de cumplir su función, es menos estético, poco estilizado y nada sugerente. A menos biquini, más cuerpo; resultado: lo demasiado evidente puede captar al principio la atención aunque rápidamente decae el interés, abruma e incomoda.

Tanto en la comunicación cara a cara como cuando hablan en público, hay personas que son parcas en palabras, no describen, no cuentan, se limitan a aportar fríos datos y argumentan sin emoción. Resultado: rápidamente dejan de ser escuchados porque no entusiasman, no sugieren, no emocionan (demasiado biquini). Otras, sin embargo, tratan de explicar todos los detalles, se desvían del objetivo para centrarse en lo anecdótico, utilizan grandes fuegos de artificio para presentar sus argumentos, se extienden en sus intervenciones, lo enseñan todo. Resultado: aburren porque agotan, consiguen que el interlocutor desconecte porque todo es esperable y finalmente obtienen como resultado que les dejen de escuchar (demasiado poco biquini).

El arte de comunicar es el arte de sugerir y sugerir es crear imágenes poderosas, ideas estimulantes, recuerdos y vivencias emocionantes, propuestas seductoras.

El lema de Ludwig Mies van der Rohe era “menos es más” sin embargo también podemos afirmar que “más es menos”.

La próxima vez que tengas algo importante que comunicar, ¿qué clase de biquini utilizarás?…

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