Amores imperfectos (iii): Confronting confort

No suelo elegir el autobús sobre el coche, ni desactivar el aire acondicionado durante el verano o ponerme jerseys en casa en invierno, sin embargo, soy parte del mismo ’99 por ciento’ que exige una redistribución justa de la riqueza y de los bienes . Esta contradicción puede ser análoga a la que se enfrentan los ecologistas cuando cogen el avión para hacer política en contra de la contaminación causada por las emisiones de dióxido de carbono. La capacidad sin igual de los productos para ajustarse a los deseos individuales parece superar el esfuerzo colectivo necesario para lograr nuestras metas comunes.

Los comportamientos y los objetos están atados entre sí con millones de relaciones complejas. Objetos, como millones de pantallas; comportamientos, como millones de susurros dispersos enviados a receptores situados a gran distancia. Objetos como montañas de tazas preparadas para contener más café, a la espera de ser desechadas después de un solo uso; comportamientos como el acto de tirar vasos para café de papel. Objetos como bolsas de té ecológico del Nepal, comportamientos como la supervivencia de las personas involucradas en la cadena de producción para la fabricación de bolsas de té de Nepal. Comportamientos como dejar una porción de carne en el plato, objetos como la carne sobrante de esa misma vaca que se desecha en una bolsa de plástico negro.

El tamaño de una casa es un objeto al igual que su ubicación hace referencia a un comportamiento social. Las pantallas de ordenador, las bolsas de té, los vasos de plástico o papel , bistecs, casas…- todos los productos llevan dentro esperanzas de redención.

La noción de ‘necesidad’ está construida históricamente: los tiempos pasados no eran sólo tiempos incómodos, tiempos de sufrimiento, a pesar de que los productos eran más escasos de lo que son ahora. Todas las calles medievales no eran barrios pobres, y la gente en ciudades como El Cairo o Bangkok se las arregló para hacer su trabajo en las largas y calientes tardes de verano antes de la invención del aire acondicionado. A un nivel más reciente y personal , antes de la era de los desinfectantes de manos yo no enfermaba con mayor frecuencia. Sin embargo, la intrigante relación entre el esfuerzo y el sufrimiento parece haber bloqueado el mismo sentido común colectivo que nos hace ser consecuentes con la importancia de viajar en autobús en lugar del coche. La libertad individual pone en peligro la libertad de todos. Objetos que satisfacen nuestras necesidades de comodidad se acumulan en vertederos de gran tamaño, barrios marginales, atascos: estamos muy familiarizados con las imágenes de selvas y playas puestas en peligro. Sin embargo, el lujo duradero tiende a convertirse en un derecho, y los artilugios que nos proporcionan comodidad parecen ser inevitables.

El comportamiento es débil, los objetos son confiables. Dentro de este paradigma, la esfera colectiva es como un zoológico desconcertado, como una fiesta insoportable, como cualquier otra adicción.

Publicación original en el BMW Guggenheim Lab Blog.
Fotografía de Agnes Gunawan

Amores imperfectos II

En el avión de vuelta un señor me habla de lo enano que se ha hecho el mundo, de lo perverso que es el capitalismo, del número de planetas que consumimos actualmente, de lo ridícula que se ha hecho la gente, mientras elegimos en la carta de vinos de la clase Business Plus que me toca de rebote y mientras probablemente hacemos uso de todo eso que criticamos. Espero el momento para preguntarle y qué hacemos los ricos.

Lo cierto es que tengo la sensación acumulada y discutida de que las diferencias lo son menos que antes; y que el mero concepto de lo ‘diferente’ se ha devaluado. Lo diferente ahora es algo de los matices y mi viaje tiene poco de aventura, las personas y los lugares nos parecemos cada vez más.

La libertad, que busca y crea causalidades, nos lleva a conectar lo que antes estaba disociado, pero conectar cosas e ideas y personas es uno y el mismo fenómeno con el cambio climático, son autopistas sobre la selva tropical de la cual sólo veo árboles ralos rodeados de un homongeneo manto de cultivo e infraestructura camino de Rio de Janeiro.
Asociando lo que antes estaba separado (las lenguas, los gustos, los ideales, los alimentos, las políticas, los sabores, etc) inevitablemente barremos los márgenes de un sistéma ecológico donde existían lugares sin traducción, rincones donde la humanidad hablaba otro idioma y respiraba otro aire.

La lectura de este mismo mensaje traza en sus destinatarios y emisor esa infraestructura del espacio común dominante. Los minutos que cada día compartimos en ese espacio común (mensajes, marcas, canciones, pensamientos, frases hechas) reducimos un poco más la diversidad. La cultura es cada vez más una curiosidad y el turismo entrará pronto en crisis, cada vez es más difícil hacer regalos de viaje, adonde ir cuando no haya nada exótico?, la búsqueda moderna de lo exótico puede haber sido una forma para incorporar lo diferente en lo igual, dentro de doscientos años me pregunto a qué distancia estará el español del inglés.

Si acaso, la homogeneidad se dividirá entre quienes median con las cosas (un concierto real de música) y quienes median con las maquinas que median con cosas (quienes van al médico por youtube). La misma mecánica de los rendimientos marginales (creo que se llama) que aplicamos a los bienes reclama su eficiencia en otras esferas de la vida: si un tipo de mensaje, si un ideal puede alcanzarnos a todos porqué tener varios.

El asunto es cuánto podremos subvencionar la diversidad, los tomates con piel gorda, los osos polares, las lenguas muertas, los bailes regionales, el hielo, la música que de verdad es alternativa, el amor atípico, la vida privada.

El vocabulario de lo real ya es menor y las diferencias nacerán como burbujas dentro de la homogeneidad; discutiremos sobre las diferencias entre este y ese capuchino, lo invisible estará en otras cosas y por un tiempo seremos más parecidos, aunque no debemos sentir nostalgia por las palabras perdidas sino reafirmar la dentellada que un lobo debe dar a una oveja: no podemos querer ser diferentes pero entendernos entre todos.