Hablar en público: Cuando te empujan a la piscina

¿Qué pasaría si empujásemos a un niño que no sabe nadar a una piscina? Lo más seguro es que acabara ahogándose, aunque el propio instinto de supervivencia (la vida le va en ello) le llevaría a realizar todos los esfuerzos por salir de allí. Por supuesto, la ayuda de algún adulto para sacarlo de la piscina sería todo un detalle por su parte aunque si volviera a empujarlo una y otra vez y no se pusiera manos a la obra de enseñarlo a nadar, la probabilidad de que ese niño acabara odiando el agua sería bastante alta y, seguramente, si finalmente acabara aprendiendo a nadar, su ejecución sería bastante deficiente.
¿Qué pasaría entonces si “empujásemos” a un niño al que nadie le enseñó a hablar en público a la pizarra para que exponga un trabajo, resuelva un problema o responda a una pregunta? Seguramente también se ‘ahogaría’, aunque como la vida no le va en ello, probablemente en el futuro evitaría cualquier situación parecida. Por supuesto, la ayuda de algún adulto para salir del aprieto sería todo un detalle por su parte aunque si volviera a empujarlo una y otra vez y no se pusiera manos a la obra de enseñarlo a hablar en público, la probabilidad de que ese niño acabara odiando “la pizarra” sería bastante alta y, seguramente, si finalmente acabara teniendo que hablar en público su ejecución sería bastante deficiente.

Cuando enseñamos a un niño a leer dedicamos una gran cantidad de esfuerzo y energía en el proceso hasta que poco a poco, es capaz de hacer una lectura fluida y comprensiva. Ese proceso requiere atención, seguimiento, ayuda y práctica, mucha práctica. Ningún esfuerzo parecido se hace para que un niño aprenda a hablar en público, probablemente porque pensamos que como ya sabe hablar, hacerlo en público no requiere de ninguna técnica complementaria. Pero ese es el error.

Hablar en público es una técnica, y como tal debe aprenderse. Igual que enseñamos a los niños a dibujar y a expresarse a través del dibujo o a redactar y a contar historias por escrito, deberíamos enseñarlos a expresar sus ideas ante un auditorio. Algunos llegarán a hacerlo tan bien que podrán convertir la técnica en un arte, lo mismo que algunos redactan o dibujan tan bien que acaban convirtiéndose en escritores o pintores de éxito, pero a nadie se le ocurriría dejar de enseñar a dibujar o redactar a un niño porque no tiene madera de artista. ¿Por qué renunciamos a enseñar, entonces, a los niños a hablar en público?

La habilidad de hablar en público es una competencia necesaria para el desempeño de muchas ocupaciones: docentes, comerciales, directivos y mandos intermedios, psicólogos, trabajadores sociales, educadores, monitores, etc. necesitan de esta habilidad y, sin embargo, en muy pocos lugares se enseña. Probablemente por ese motivo, hablar en público genere grandes dosis de ansiedad y miedo entre la mayor parte de las personas a las que se les presenta la oportunidad viendo este escenario como un desafío difícil de afrontar.

Cuando propones a alguien que exponga algo en público la respuesta habitual suele ser “me da miedo”, aunque probablemente la respuesta correcta sería “no sé cómo hacerlo”, y es que nos escudamos en el miedo para no hacerlo cuando el verdadero motivo es la falta de habilidad.
La ansiedad, el miedo, son emociones adaptativas que se activan cuando nos enfrentamos a situaciones que requieren por parte de la persona ciertos niveles de alerta. Hablar en público supone por nuestra parte descubrirnos ante los demás, mostrarnos tal y como somos y por tanto, puede ocasionar cierta dosis de ansiedad, pero es una ansiedad necesaria y fundamental para movilizar los recursos necesarios para hacerlo bien, ¡ah!, ¿pero si no sabemos cómo se hace?, ¿podremos hacerlo bien?…

Aprender a hablar en público es un reto y un desafío del sistema educativo en cualquiera de sus niveles (escuela, instituto, formación profesional, universidad), es una forma de comunicación a la que no se presta atención y de la que el éxito de muchos profesionales depende.
Nuestra experiencia nos dice que aprender la técnica de hablar en público no sólo mejora la ejecución de quienes tienen que hablar ante un auditorio sino que, además, reduce sus niveles de sufrimiento llegando incluso, en muchos casos, a considerarse como una fuente de satisfacción.

“Érase una vez una niña que aprendió a hablar y a través de las palabras comenzó a entender el mundo que le rodeaba. La niña creció y aprendió a leer, y a través de las palabras comenzó a descubrir otras realidades más allá del mundo que le rodeaba. La niña creció un poco más y aprendió a hablar en público, y a través de las palabras pudo compartir con los demás todo lo que había aprendido… y colorín colorado, este cuento todavía no ha comenzado”

Storytelling. Nada reseñable

Una idea extravagante, la propuesta más simple, una anécdota, los contenidos de una lección por explicar o tu curriculum tienen la posibilidad de transformarse en historias memorables. Aprovecha el poder de las historias, del storytelling , para captar la atención, motivar o dejar huella.
Un buen ejemplo de todo esto lo encontramos en este cuento narrado por el magnífico Carlos Ortega dentro de la sección “Cuentos para Ulises” del programa “No es un día cualquiera” de RNE.

Estamos rodeados de historias. Tu vida está hecha de historias, desde tus experiencias más interesantes e intensas, hasta tus vivencias más normales y cotidianas guardan dentro la magia de una historia. Encuentra tu relato.

La cuarta pared

La cuarta pared, ese muro invisible que separa el escenario donde se desarrolla la acción del patio de butacas, está a punto de caer.
Las escenas de nuestra vida laboral se desarrollan habitualmente dentro de un espacio en el que dejamos interactuar poco, muy poco, a veces nada a nuestros clientes, compañeros, colaboradores, alumnos…Esas personas que son los usuarios de nuestros servicios, los clientes de nuestros productos, el auditorio de nuestros discursos están ahí, como meros espectadores observando cómo hacemos nuestro trabajo. Son pacientes, receptores, sufridores de nuestra intervención.
La cuarta pared está entre ellos y nosotros, marca la diferencia, establece los límites.
En el teatro y en otras disciplinas artísticas, romper la cuarta pared se ha convertido en un reto. Hacer participar, implicar, incorporar a los espectadores en el desarrollo de la acción se ha convertido en un desafío que da protagonismo al que ve, al que mira, al que espera.

¿Y en el entorno empresarial?… ¿qué pasa con esa cuarta pared?…

Vamos al médico, asistimos a clase, realizamos un trámite administrativo, compramos un producto y, ¿qué nos encontramos delante de nosotros?: muchas veces un muro infranqueable tras el cual se atrinchera el profesional que sabe hacer muy bien su trabajo (en el mejor de los casos), pero que no nos hace partícipe de él, que no entabla conversación con nosotros, que no se preocupa de nuestras emociones, de nuestras necesidades, de nuestros motivos.

De estas y algunas cosas más, nos habló Rafael Álvarez “El Brujo», el juglar del siglo XXI y maestro de los escenarios que ostenta entre otros galardones la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes (2001) y la Medalla de Oro de Andalucía (2012).
Rafael Álvarez, que nos acompañó en el taller de “Training using drama” organizado por Ideas Poderosas y celebrado los días 12 y 13 de marzo de 2012 en el laboratorio escénico Volunto Teatro, nos contó su experiencia en romper paredes: “lo más difícil no es hacer participar al público sino saber cuándo hay que retomar el guión y que el público se dé cuenta que ahora te vuelve a tocar a ti llevar las riendas”, “el silencio y la mirada son dos poderosas herramientas para hacerlo”.
Te proponemos derribar esa cuarta pared, aceptar las propuestas de tu público e interactuar con él desde tu papel, desde tu personaje, hacer que el guión se apodere de tu público, integrarlo y saber cuándo es tu turno.

La cuarta pared, ese muro invisible, está a punto de caer, es necesario que caiga… ya ha caído.

Ideas Poderosas

Nombrar lo que haces no es siempre fácil, poner una etiqueta a un proyecto o a una empresa siempre es complicado, y crear una marca de ese nombre, todo un reto.
Denominar a nuestro proyecto “Ideas Poderosas” ha sido todo un riesgo, un riesgo que conscientemente hemos querido correr y lo es, porque al testear el efecto que dicho nombre causaba a las personas a las que les preguntábamos, las respuestas eran muchas veces bastante desesperanzadoras.

Pero todo en esta vida tiene un porqué, y el porqué está en esta breve conferencia del profesor Jordi Adell que puedes ver en el vídeo adjunto.
Cuando empezamos a usar este vídeo en nuestras acciones formativas, nos interesaba sobre todo reflexionar sobre las seis ideas que el profesor Adell cuenta y con las que estamos plenamente de acuerdo, ¿quién no podría estarlo?, pero lo que más impacto ejerció en nosotros no era tanto el contenido de la charla, que también, sino la forma de presentar esas ideas.

Ideas Poderosas es una forma de contar algo que quieres que tu audiencia recuerde y para nosotros, ese concepto se convirtió en una auténtica herramienta intelectual para inspirar a quienes formábamos y ayudarles a traducir sus mensajes en ese formato. Un formato breve, visual, inspirador y de impacto.
Llevábamos mucho tiempo probando nuevas formas de comunicar en nuestro trabajo docente, experimentando nuevas metodologías y aprendiendo mucho de quienes saben de hacer presentaciones, de hablar en público, y de oratoria; y nos dimos cuenta que presentar contenidos en ese formato de idea poderosa era muy eficaz, atractivo y atrayente. Así que nos pusimos manos a la obra y elaboramos todo un procedimiento de trabajo para implantar el concepto como herramienta didáctica.

Una herramienta intelectual y didáctica que usamos con quienes se forman con nosotros en materias como la formación y la docencia, el liderazgo y la dirección de equipos, el desarrollo de competencias personales y profesionales, o la búsqueda de empleo, entre otras. Una herramienta intelectual y didáctica que usamos en nuestra forma de presentar los contenidos y en la forma de entrenar a los participantes.

Luego llegó la hora de emprender un ambicioso proyecto de formación y desarrollo personal y tocó ponerle nombre. Muchas fueron las alternativas, las ideas, las pruebas, pero de pronto descubrimos, que lo que todos nuestros proyectos tenían en común eran las ideas poderosas como transfondo.

Ideas Poderosas como forma de compartir conocimiento, ideas poderosas como contenido para desarrollar competencias profesionales en nuestro alumnado.
Y esa es la historia. Gracias al profesor Adell, que sin saberlo, inspiró nuestra forma de trabajar y le dio nombre.
Ahora sólo queda que sepamos hacer un buen uso de esta herramienta y que nuestro nombre inspire a quienes participen en nuestros proyectos de formación y desarrollo profesional.

Disfrutad del vídeo y de sus Ideas Poderosas.

Taller training using drama

Ideas Poderosas junto a Volunto Teatro organizan los días 10 y 11 de marzo de 2012 el taller training using drama: taller de técnicas teatrales aplicadas al desarrollo de competencias profesionales»

Reunimos a un grupo profesionales con la inquietud de mejorar sus competencias profesionales, identificamos algunas habilidades clave, desarrollamos un guión de trabajo, buscamos un escenario diferente al habitual y ‘¡¡tachán!!’, obtenemos como resultado un taller de desarrollo de competencias profesionales usando las técnicas teatrales como estrategia de entrenamiento.

Los días 10 y 11 de marzo de 2012, Ideas Poderosas junto a Volunto Teatro ponen en marcha un taller denominado training using drama: taller de técnicas teatrales aplicadas al desarrollo de competencias profesionales

Con esta acción, Ideas Poderosas se estrena en la organización de eventos formativos siguiendo metodologías experienciales, innovadoras y de impacto.
Training using drama